
Esa
vestal ausente, de “untuosa anatomía”,
después
del escalpelo que le dio su sentido,
espera
en sabio ardor, el seminal latido,
en el útero actual y no en la piedra fría.
La
ventura en la savia primaveral se mece
Y la
mujer de mármol se distancia y desvía
de
la carnal, presente, que en su deseo crece
y vuelve
a la remota que inspiró su armonía.
No
hay sol que se divorcie del connubio de un día.
Menos
del que se invoca, cuando el úrsido mece
su
volcán sobre el vientre de la tierra baldía.
E
invertido la siembra, la preña, la estremece
de
una savia, una lava; la pasión de su
hombría.
Porque
habrá un hijo entonces y el hijo prevalece.
Amilcar Luis Blanco ("El velo de Ariadna", pintura de Víctor Hagea)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Los comentarios son bienvenidos pero me reservo el derecho de suprimir los que parezcan mal intencionados o de mal gusto