Sin cesar,
en el cielo y en la tierra,
ejercemos la luz y la paciencia
que luce igual al heno en los pesebres,
o al agua de los lagos,
espejos de las noches y los días.
Sin cesar,
mientras atravesamos el tiempo
en trenes, colectivos o zapatos,
debemos elegirnos,
discernirnos, como buenos o malos,
elegir, elegirnos,
tocar las teclas del misterio
con nuestras propias manos
como se tocan sin cesar los pianos.
Sin cesar, sin cuartel,
en los desiertos y ciudades,
en negocios y calles,
automóviles, bares, galerías,
saliendo en nuestras voces,
conversando, gritando o exclamando,
caminando, sentados o parados,
sin ensayar los gestos
y sin haber pensado todavía.
Y sin haber pensado
o pensado muy poco.
También porque pensar tampoco cesa.
Es mundo en movimiento hacia la nada
y como es éso qué mas da
si su transcurso va despacio,
en carrera veloz o paso a paso.
Sin cesar, sin cuartel, a no se dónde.
Amílcar Luis Blanco ("El boulevard St. Denis en Paris a fines del siglo XIX", oleo sobre tela de Jean Beraud Thomas Hart Benton (American, 1889–1975). Actividades de la ciudad con salón de baile, de America Today, 1930–31. Diez paneles: pintura al temple y temple de huevo sobre lino y yeso con barniz de aceite. The Metropolitan Museum of Art, Nueva York, Donación de AXA Equitable [2012])
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