En tus ojos un eco de vigilia,
de huraña ausencia, pálido escozor,
revelan el auténtico dolor
por quienes ya no están en la familia.
Hoy faltan los que a puro corazón
dieron cuerpos y amor a la faena
de eslabonar la cándida azucena
del doméstico templo floración.
Hay un filo de espanto en cada ausencia,
hielos en los rincones de argamasa;
una materia indócil, cuya esencia
viene de la desnuda indiferencia
y despuebla de pájaros la casa.
Y hasta verla y oírla te desplaza.
Amílcar Luis Blanco
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