¿Dónde llevan los agujeros de la nada?
No se detienen nunca y llaman sus abismos
a los cuerpos que se desmontan y desnudan.
Metidos en las horas, los silencios,
en los sitios augustos, en mentiras.
Rudos golpes nos parten las heridas
y nos dejan caer en lo siniestro.
Caemos hechos sombras y sentimos el hielo
en cada yema, sólo piel y alma. La soledad castiga
con su erial invisible, con su arena que hostiga
y nos da bravamente la nariz contra el suelo
y nos hunde y nos niega en lo ancho del miedo.
La coyunda del tiempo asfixia en mar el cuello,
pega sobre el dolor, fulgente yunque.
Y hasta en el vientre deja axial su herrumbre;
el rastro de una nada vertical, sello ciego.
Luto en nuestro animal por la terca memoria
de aquéllos bien amados y ya muertos.
Ese animal, nosotros, esclavos de la historia.
Amílcar Luis Blanco (Pintura de Remedios Varo)
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