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lunes, 24 de noviembre de 2014

MADRE DEL AGUA



Madre del agua, madre de claridades.
Si dijera que el agua te nació entre las piernas,
fue parida debajo de tu pubis
y luego derramada creció sola
desde luego sería una pavada
una ocurrencia tonta o depravada.

Como decir que Venus Afrodita
nació desde la espuma la maldita.
Una ocurrencia estúpida, de loco.

Si dijera que un río se desplomó de a poco
en mil escalofríos, en aludes, golpeándote
ijares, nalgas, cuencos y costados
y vos eras la cálida y latiente montaña
con tus  cumbres de hielo y tus picos nevados,
tuteándote en la altura con las nubes, los vientos,
y el sol, tanto magrearte y masajearte, entre otros aspavientos,
y darte fuertes  besos con sus lenguas de fuego
hizo estallar tus nieves y tus hielos convertidos en riego.

Y líquidos y briosos,
torrentosos y todavía fríos
desde tu testa,  cuello,  pechos,
antes bosques silentes y sombríos
bajando por tu vientre a tu cintura,
arracimados lechos,
bajando
por tus hombros y espalda hasta tus ancas
el líquido elemento que poblara tu altura
inundó tus ocultas zonas bajas en su latiente flanco,
desbordó desde dentro la dehesa de tu boca
y humedeció el portal candente y blanco
de la caverna que se abrió en tu roca.-

Si dijera mil cosas, si dijera,
del agua que derriten tus calores de fiera,
gestados en la entraña de tu augusta manera,
en tus gestos de diosa, te pondría
en el descomunal y absurdo compromiso
de compartir las locas impresiones de un loco que pergeña sus manías
y confunde tu cuerpo con diosas y panteras sin permiso.

Amilcar Luis Blanco (Pintura de An He o Hans Amis) 

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