
El sexo funciona a veces como un perchero
donde se cuelgan sombras.
Tú, no obstante, alargaste tu codiciosa mano
hacia mi corazón para atraparlo
como fruta prohibida
en un edén en que nos vimos solos.
En esa selva umbría nos buscamos
sin advertir que somos transparentes,
huidizos, fantasmales,
iguales a las brisas encontradas
que surcan la memoria y sacuden ventanas
Sin saber de alas nada
y mucho en cambio de ejercer la flojera
sur de las marionetas de rostros de papel mashe
pintados. Ese estar apenitas
pisando hilos de arañas
sostenidos muy milagrosamente
sobre los barandales del miedo y de la angustia
y sin embargo el sexo para colgar las dudas,
y todo porque tiene extremidades
aunque se acojan temblorosamente.
Amílcar Luis Blanco (Pintura "El abrazo" por Oswaldo Guayasamin)
Preciosa tu manera de expresar cómo el sexo a veces es la única vía de escape cuando la soledad angustia el corazón y la distancia impone su amrgura.
ResponderBorrarUn poema para reflexionar, mi querido Amílcar, y con una composición sublime.
Más besitos.