“ …. Y el hombre, pobre el hombre, vuelve
sus ojos como
cuando por sobre el hombro lo llama una
palmada,
vuelve sus ojos locos y todo lo sufrido
se empoza como un charco de culpa en la
mirada”
Cesar Vallejo “Los heraldos negros”
Los hombres siempre sucios de quietismo,
como usted, como yo, como cualquiera;
nos exhibimos mansos en la espera
de aguantar el morir, driblear su abismo.
No esquivamos el necio paroxismo
de vernos elegantes, bien por fuera,
aunque dentro nos falte el alma entera,
y aterrados finjamos con cinismo.
La culpa nos carcome, la frontera
mortal nos ronda en pálido exorcismo;
no acertamos romperla; su madera
ya nos cerró en su caja de mutismo
La nada que ya somos desespera,
se enmascara en inútil estoicismo.
Amílcar Luis Blanco
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