Estoy hecho de origen y donosura y niebla
¿Dónde te hallas amor?
¿En qué vanos o espejos de la frondosa
espera?
Vislumbro en la distancia el ámbar de tus
ojos,
tus ojos me atraviesan posados en mi
instante
y embeben en alcoholes y lujos y distancias
mi recordarte avieso convertido en abismo.
Y me llegan tus labios flameándose en un
río
que transcurre y transcurre como el viento
en las llamas.
De pronto una alegría me sube a la garganta
y es porque has sonreído buscándome los ojos.
Pero ¿dónde? me digo. ¿A qué lugar del
ansia
la ilusión me transporta remando
transparente?
La sombra extiende ancas y grupas de
misterio
que imitan tus volúmenes, tu densidad de
cuerpo,
y me quedo al acecho aguardando tu aliento
anhelando meterme adentro de tu espera;
seguramente en ella podré guardar mi alma,
sin fiebre ni congoja con mi boca en tu
seno
como un niño que apaga con su sed su
tristeza
y se sacia de un gozo insaciable y
perfecto.
Amílcar Luis Blanco(Madre amamantando a su hijo. Lilla Cabot Perry, 1906)
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