Siempre dudas anegan mi mirada,
no de la luz ferruginosa, aérea,
y más cautivante todavía en el ocaso
y el recuerdo de mi casa de infancia,
cuando abría su cancel al fuego,
atorbellinado cual girasol enloquecido
y dejaba caer en los cristales biselados
gotas del arco iris de su lluvia
compuesta por mis ojos de niño,
por mis escasos años
que destilaban tiempo poco a poco.
Dudas que baten alas de cuervos
y tiñen la cuerda del horizonte en vilo
y se arrebujan como sombras
que viniesen a honrar lo plañidero
repartidas en cuencas y rincones.
Es decir esos lazos de penurias,
serpentinas de penas,
suciedades de llantos que salpican
y no se sabe en cuántos y cuáles cuándos
nos esperan a todos mendigando promesas
para dejar pagando sus desgracias.
Hola Amílcar, recuerdos mágicos de cuando la infancia aparece, queriendo embellecer los ojos de un niño que ve la vida sin sentirla.
ResponderBorrarPero después llegan tus letras, y me asusto de los sitios oscuros, y penumbras que siempre han acompañado también mis dudas. Un abrazo y buen fin de semana.
Hola Lola, gracias por el comentario, en esto de recordar la infancia asiduamente estamos parejos y, en cuanto a los sitios oscuros y las penumbras, son los elementos que visten a las dudas también para mí. Otro abrazo y buen fin de semana para vos.
ResponderBorrarLazos que unen y separan, son lazos que esperan ser algún día encontrados.
ResponderBorrarUn beso.