Tu mirada me envuelve sucia de sentimiento.
Me entrega su fulgor, su incierta nada,
su naufragio en crisol, su puñalada,
su embestida embebida en pensamiento.
Y te descubro así, largo momento
en el que me miraste y alveolada
de sangre, en una foto, fuiste hollada
por mis ojos desnudos y mi acento.
Encontrarnos así, fuera del viento,
del sol, el gesto lacio, la pisada,
sin cuerpo, en el papel representada
y con sólo el aleph de tu mirada
enamorándome, siéndome sustento
ahora hasta en el aire de mi aliento.
Amílcar Luis Blanco
Viene desde tus ojos la alborada,
la clara luz, el puro sentimiento,
y desde tu sonrisa el limpio acento
transparente y feliz de tu mirada.
Hay un alma desnuda y desatada,
vuela desde lo diáfano y la siento
en la quietud templada y en el viento
sin sombras, totalmente despojada.
Un estallido azul quiebra lo lento
del tiempo, lo convierte en casi nada
y vibran tus pupilas y mi aliento
se cuelga de gaviotas cinceladas;
playa de tus pupilas mundo adentro
y fuera sólo arenas y pisadas.
Amílcar Luis Blanco
Viene desde tus ojos la alborada,
la clara luz, el puro sentimiento,
y desde tu sonrisa el limpio acento
transparente y feliz de tu mirada.
Hay un alma desnuda y desatada,
vuela desde lo diáfano y la siento
en la quietud templada y en el viento
sin sombras, totalmente despojada.
Un estallido azul quiebra lo lento
del tiempo, lo convierte en casi nada
y vibran tus pupilas y mi aliento
se cuelga de gaviotas cinceladas;
playa de tus pupilas mundo adentro
y fuera sólo arenas y pisadas.
Amílcar Luis Blanco
¡¡Qué preciosidades de poemas!! Se supera usted. Me han gustado mucho. Mi cordial saludo.
ResponderBorrarGracias, Francisca, viniendo de una poeta como tú que conoce de métrica y tiene oficio, el elogio gratifica doblemente. Un saludo cordial
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