Un piano es una fiesta y contiene otras fiestas.
Muchas lunas hirvientes en la batiente cola.
Teclas golpeando cuerdas de su vibrante gola
y escalas de gorjeos y angustiosas respuestas.
Montañas de sonidos, mares, olas compuestas,
meten aguas de tiempo en la caramañola
y las bebemos siempre, notas de un alma sola
y llevan cascabeles en alocadas crestas.
Martillos y badajos chocan contra campanas,
mueven bosques, efluvios, de menuda hojarasca
y en los bordones graves hay sombras y fontanas
surtiéndonos las penas en oscura borrasca.
En el piano hay un arpa memoriosa y profana
y en dígitos y manos el cuore se nos casca.
Amílcar Luis Blanco (Pintura de Michael Cheval)
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