La rosa guarnecida por
espinas
resplandece en color y
las tijeras
sólo del hombre y fiel a
sus maneras
podrían cortarla y
convertirla en ruinas
Pues para colibríes y golondrinas
antes que su sazón halle
fronteras
Y se mustie su encanto y
las pulseras
del invierno congelen sus
resinas
ella arderá en encantos y
sueñeras
fiel a su estilo de
solapas finas
en pétalos, gualdrapas y
viseras.
Haz tú igual que la rosa
y entre fieras
tu desnudez ofrece y tus colinas
siempre serán eternas
primaveras.
Amílcar Luis Blanco ("La fuente de Sila" Oleo de Virginia García Costa)
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