Cuando llegaste a mi yo no te conocía,
como siempre.
Porque nadie conoce a nadie.
Solos entre soledades andamos
Pero cuando te fuiste comprendí la dicha
de haber estado juntos
aunque al llegar a mí hubieses sido anodina.
Igual a esos lugares inmarcesibles de paradisíacos
Cuando nos encontramos todo te velaba,
todo te escondía. Eras un sol tras el planeta;
enmascarada por la pequeña sombra que te hacía.
Pero ahora tu deslumbrante plata se ha marchado
y me he quedado proyectando mi pequeña sombra.
Amílcar Luis Blanco ("Digresión filosófica" por Edward Hooper)
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