Tu cuerpo se parece a una frugal caída,
simulando ser dulce, paciente, reposada.
A un volumen ebúrneo, a una paciencia usada;
ánfora insuficiente para cualquier partida.
Tu rostro es una sombra de pudor retraída,
un secreto en unánime ansiedad concentrada.
Tus piernas, ancas, muslos, te mantienen volcada
en un instante ungido a una pasión perdida.
En tu recogimiento hay una urgente huída
del día que pudiera seguir a tu jornada,
hay un rechazo augusto al que rindes echada
la belleza suntuosa de tu cuerpo y tu vida.
Mujer, sólo el silencio te restaña la herida
del ardiente desvelo de verte abandonada.
Amilcar Luis Blanco (Pintura de Delphin Enjolras)
en un instante ungido a una pasión perdida.
En tu recogimiento hay una urgente huída
del día que pudiera seguir a tu jornada,
hay un rechazo augusto al que rindes echada
la belleza suntuosa de tu cuerpo y tu vida.
Mujer, sólo el silencio te restaña la herida
del ardiente desvelo de verte abandonada.
Amilcar Luis Blanco (Pintura de Delphin Enjolras)
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