No
siempre, hay que decirlo, sí algo ciego,
esto
de andarme a cuestas a puro solipsismo
duele
por donde miren. Desde luego el abismo.
Desde
luego la tierra, desde luego.
Transporto
mis camorras, mi sosiego.
Por
supuesto ilusiones y temores de sismo,
menos
veces placeres y un quietismo
que
me detiene en forma y con apego.
Para
sentirme sin mis muertes debo
abandonarme
un poco, sin altruismo,
echarme
en algún banco cuando bebo.
En
suma, distraerme de tanto paroxismo,
Escuchar
a Mederos, a Piazzolla o al Bebo.
Olvidarme
que lloro, y sigo, y soy el mismo.-
Amílcar Luis Blanco ("La persistencia de la memoria" Oleo de Salvador Dalí)
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