Llega hasta mi tu cielo, tu destino,
tus maneras de ver, tus entretelas
y las recibo y tejo entre mis sueños.
Les doy la bienvenida con mi intención absorta.
Urdo la telaraña silenciosa
remontándome siempre en ese cielo
que no se deja ver del todo,
que sólo muestra un ángulo;
el de tu sonrisa hecha de nube, hecha de sal desnuda.
Una sal de luz molida y fina
colgada de un vértice del infinito,
pendiente del extremo de una estrella
tan inalcanzable como mi propio nacimiento,
pero esplendente siempre.
Sólo tengo mis ojos para verlo,
para ver ese cielo prometido.
Y desde mis ojos se desborda.
Desde mis ojos cae y se desborda
para que así me sienta oceánico y terrestre al recibirlo.
Amilcar Luis Blanco (Pintura de René Magritte)
para que así me sienta oceánico y terrestre al recibirlo.
Amilcar Luis Blanco (Pintura de René Magritte)
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