En el ápice justo de la gracia,
ahuyentando los duelos y las sombras,
cuando mi fe de niño despuntaba,
estaban los ángeles.
El otro día, durmiéndome,
la cabeza en la almohada,
desperté de pronto y vi un ángel
que estaba de cuclillas sobre mi.
¿Velaba mi sueño, me veía soñar
o lo sorprendí saliéndose de su maraña
al borde de mi vigilia?
Desde entonces
miro fuertemente a mi alrededor para no verlo
y ya no creo en su aparición
ni en general en los ángeles.
Amílcar Luis Blanco (Pinturas de Steven Daluz)
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