Para crecer, para cambiar, me llevo,
en soledad conmigo, las miradas;
millones de retinas engolfadas
en los lagos de tiempos donde abrevo.
Zaherido por miradas sin sosiego
desde mi cuna y hasta mis zancadas
huyo de sus fatídicas espadas
y sin cesar de todas me repliego.
Y muto de gusano a mariposa,
a pájaro y a flor y si es preciso
en cada poro me deshumanizo.
Oculto el río en que mi ser reposa;
sangre, savia.Mi cuerpo se desposa
de su apariencia en ciernes, de su hechizo.
(Amílcar Luis Blanco "El ramo de ojos" de Hannah Hoch)
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