Llega la soledad en forma de olas
desde el mar del espanto sucesivo.
Desmaya su marea sin motivo
y retumba en las quietas caracolas.
Y un escozor de rojas amapolas
busca en el viento su mortal abrigo
y abrirle al cruel silencio algún postigo
hiriendo al abandono con trémulas corolas.
La voz del viento sobre el mar concita,
llama desde sus ráfagas gregarias
preñada de palabras y gritos y plegarias.
La soledad entonces se agrieta y necesita
escapar al silencio, volver a la marmita
donde cuece en el miedo sus sombras milenarias.
Amílcar Luis Blanco (Pintura de Fermín Eguía)
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