Siento el sonido azul de la palabra y
lo confieso:
nada me importa más que amar y ser amado.
Y eso porque la tierra, el mundo, se
construyen
sólo a partir de ser y de sentirse enamorado.
Y al fin si se deslíen horizontes fronteras
aún en la curva del más siniestro
ocaso
y en su batir encienden alas las lívidas hogueras,
y pájaros contestan en sus vuelos el desliz del fracaso
y confieren tibieza contra sombras y
fríos,
contra sombras y fríos que nos llevan errando de torpeza en torpeza,
aún el amor así nos hace nuestros, releva e inmuniza de todos los denuestos.
Hace sentir también cómo se enciende el mediodía y
nos hace viajar hacia la tarde
y nos deja después adormeciéndonos en el ángel
del aire.
Vivir es transcurrir y transcurrir
pasar de un ser a otro
y a veces el sufrir es un gozar
un viento que en
amapolas llueve.
Y otras veces, las más, es solitario,
nos echa de costado sobre un filo sinuoso de acontecer amargo.
Pero el amor nos cambia, para siempre
nos cambia y azulea
si amamos y nos aman y alivia cada carga y cada cargo.
Porque el amor nos llama desde su
barca góndola y marea
Y nos distrae del mal, la penuria y
la herida
que sangra tercamente luego de la pelea.-
Amilcar Luis Blanco ("El primer amor", oleo sobre lienzo de Raúl Cañestro)
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