Yo me tengo por cierto,
me tengo por calmado y aniñado
cuando la noche llega
y la voz del agua cae desde sitios distantes,
escurriéndose.
Y deja
charnelas gorgoteantes,
gárgolas y gargantas de hierro a la intemperie,
orinando jardines
gárgolas y gargantas de hierro a la intemperie,
orinando jardines
y pequeños espejos líquidos
en donde beben pájaros y espectros.
Me tengo por agudo y extremado
porque escucho violines,
cuerdas tenues
y se que el viento las agita
y las convierte en cabelleras
de mujeres derramándose
en el alrededor de mis ojos cerrados.
Pero a partir del sueño me hago otros
internándome en pequeños acontecimientos;
existentes o no.
existentes o no.
La realidad es que no se y quizás no sabré nunca,
a partir de mis acontecimientos y mis otros,
quién soy.
Acaso un hombre perdiéndose a sí mismo
en otros seres
en otros seres
antes de despertar
y siempre, por supuesto,
después de haber soñado con un mundo preciso,
o todos y ninguno en el flujo constante de las horas.
o todos y ninguno en el flujo constante de las horas.
Nadie sabe quién es o qué le pasa.
Pero al darle nuestro oído a las distancias,
cuando la noche cierra con nosotros los ojos,
y la lluvia destiñe las palabras,
lento llanto de cielo acongojado,
y la lluvia destiñe las palabras,
lento llanto de cielo acongojado,
nos tenemos por ciertos, aniñados,
y el mundo se derrama y se diluye
y pasamos a ser completamente
quienes somos sin vernos, sin conocernos.
Tal vez nuestros espectros, esos otros,
caminen hechos sombras en la llovizna.
Tal vez nuestros espectros, esos otros,
caminen hechos sombras en la llovizna.
Amílcar Luis Blanco (Pintura de Frank Ayroles)
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