¿Será que cada tarde vuelven del horizonte
los pianos y las olas?
Como si fueran alas en tablas de silencio,
azules y poliédricas y esquivas,
acopios sibilantes de pájaros que ruegan
o simplemente lirios y violetas y almenas
jugando con el viento dentro de las palabras.
Está quieto el ambiente, quizás me necesite,
quiera cubrir conmigo una ausencia de cuerpo.
Parece que la tarde se montara en un piano
y viniera del frío un blanco de azucenas
y una vacía sombra, hija de los altares,
colmara de delirios las yemas en mis dedos,
mis sienes y los flancos de mi cuello.
No se con cuanta luna, tanta avara ceniza
compendiará mi canto que vibra en los extremos
y se cae de las lindes derritiendo violines
y mojando las horas y las teclas
que tañen en las cuerdas y construyen campanas,
bronces, metales, cobres, cristales que se rozan
y suenan en redondo sus aros transparentes.
Amílcar Luis Blanco
AMILCAR BLANCO (Blog destinado preferentemente a la poesía propia) Los derechos de autor de lo publicado y a publicar en este blog están reservados y protegidos por la Dirección Nacional del derecho del autor-dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la República Argentina- Expediente N° 933882
Tan bello como sonoro, mi querido Amílcar, tañen las campanas al unísono que los violines rasgan su mejor escala y los pianos, de noble madera y marfileño teclado, vibran encadenados al caer la tarde, al sumirse el filo del horizonte ceñido y contrito por la pérdida del disco solar, por su muerte súbita en aras de la noche lunar...
ResponderBorrarMil besos, Poeta.
Tus letras vibran desde la pluma que los escribe, y suenan como melodías de color azul.
ResponderBorrarUn beso.