Recordaste la higuera,
recordaste,
el olor del silencio en la madera.
El viento que crujía en el molino,
los pájaros, la espera,
el patio, la esperanza, el sol, el vino
que tu padre bebía
mientras te acompañaba
al pie de tu ardua cama
de triste niño enfermo
que en vez del limbo eglógico en la flama
de la fiebre que quema
parecía lindar con el averno.
Pero hubo una diadema
o la lágrima sucia de una estrella
caida en el aljibe, una colmena
de risas y fue ella
que acudió a visitarte fiel y amena
la que alivió el delirio de la pena.
Y la memoria ahora sin usura
te devuelve su rostro de doncella,
y su imposible y lánguida figura
y escabulle en un sol que se escondía
sus ojos decrecientes, su finura,
y un olvido que vuelve como marea fría
a mojar aquél fuego en su ternura
y aún más lo enciende en tu melancolía.
Amílcar Luis Blanco
Amilcar..." Un recuerdo "
ResponderBorrarRecordar bonitas cosas como las que has volcado en este poema... es un desahogo a lo pasado.
¡¡¡ hermoso !!
un beso de una Argentina
vengo del blog de Luzmarìa
Gracias, Doris Dolly ¿Sos compatriota? Bueno es conocerte. Un beso
ResponderBorrarEl poema es de una finura y una belleza exquisitas, Amílcar. Me gustan mucho estos poemas tuyos donde vuelcas todo sentimiento. Además, tu riqueza léxica es vastísima y ello contribuye a hacer de tus poemas, obras de arte.
ResponderBorrarEl tango bailado por Geraldine Rojas y Ezequiel Paludi también resulta delicioso. Leer el poema y escuchar la música al tiempo, es todo un placer.
Mis felicitaciones, Maestro,
Gracias, querida Mayte. Espero que no hayas tenido esta vez problemas con las palabras para ingresar tu comentario siempre tan bienvenido y además con tus elogios que hacen que me sienta tan halagado que no quepo dentro de mí, gracias de nuevo. Te envío todo mi cariño.
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