Nosotros,
los hombres,
a montones,
a paladas,
a giros,
a revueltas,
a explosiones.
Entre el pueblo,
a retazos,
a retazos,
entre el tiempo,
a retazos.
a retazos.
En manos palpitantes hacia cantos de gracias,
reunidos sin destino,
a lo anónimo,
sin frentes, sin espaldas,
sin frentes, sin espaldas,
votamos, rebotamos, sin saber casi vidas, casi muertes,
donde poner las manos rebosantes de nuncas.
Las mujeres lo mismo,
entre pueblos y tiempos,
entre nuncas,
entre nuncas,
pero más lentamente,
suavemente,
sin llegar al abismo,
meciéndoles las faldas su eternidad de náyades,
doncellas,
su eternidad de madres, sus fríos seculares
y sus sangres calientes, contantes y sonantes,
amparando latidos.
Hombres, mujeres, hombres,
mezclándonos y haciéndonos,
asiéndonos del tiempo
asiéndonos del tiempo
y deshaciéndonos,
y desasiéndonos,
del quehacer y los lazos y minutos,
y desasiéndonos,
del quehacer y los lazos y minutos,
convirtiéndonos en pueblos,
en tiempos,
en nuncas.
En hacedoras y asideras manos,
élitros de los días
élitros de los días
y los meses de días y los años de meses,
los años en los días,
los meses en los días,
los días en los años y los meses.
Y el segundo cayendo en el segundo,
ignorando los días, los años y los meses.
los años en los días,
los meses en los días,
los días en los años y los meses.
Y el segundo cayendo en el segundo,
ignorando los días, los años y los meses.
hasta partir los cántaros de pueblo,
en minuciosos e intrincados pedacitos de pueblo,
en minuciosos e intrincados pedacitos de pueblo,
hasta sernos sólo pueblo, sólo tiempo,
sólo nunca.
¡Cómo si fuera poco!
Sólo pueblo.
¡Como si fuera poco!
Sólo tiempo
¡Como si fuera nunca!
Sólo nunca.
Amilcar Luis Blanco (Pintura de René Magritte)
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