Dos encendidos corazones en la niebla
y algún silencio abriéndose en alguna esquina
para los dos mirándose
y la pierna de ella preciosa y bien torneada
asomándose al tajo de la sombra.
Y la mano maleva de él en la cintura,
estrechándola al rojo de un clavel de solapa
y un arco entre sus talles.
Ellos dibujarán la rosa indetenible
al bailar en el tango la emoción compartida.
Galanes del fervor en la tiniebla
gestarán esa rosa paso a paso,
latiéndola en sus manos, en sus sienes,
los concéntricos pétalos del adiós en una melodía
en su luna fatal, flamígera y desnuda.
La rosa construida será la bien amada,
una rosa de tango y de compases,
saldrá de la caricia de los cuerpos,
del encuentro vibrante de dos aguas surgentes
y de la transparencia de sus fuegos.
Y saldrá más que nada de sangres afianzadas,
del hecho decoroso de latir al unísono
y de no traicionarse mientras tanto
porque al violín lloroso son leales
y al bandoneón abriendo su cuaderno de ensimismado viento.
Amilcar Luis Blanco ("Tango" grafito de Adelina Carrión)
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