La ciudad repartida entre los morros,
ardiente como el sol, peregrinada,
olorosa a café, a la feijoada,
exótica y sensual, ardua en socorros.
Cuerpos de ébano, humos de los porros,
caipiriñas con hielo y arena sulfurada
solo fresca en la sombra o la regada
del senderito alimentado a chorros.
Ofertas de rojizos camarones,
Copacabana bajo el sol relumbra
Y en la rompiente tiemblan corazones.
El Pan de azúcar hierve y se columbra
en el lejano azul. Vagos horcones
sostienen el calor con la penumbra.
Amílcar Luis Blanco (Monasterio de San Benedicto, Iglesia Nossa Senhora de Montserrat en Rio de Janeiro)
Cuerpos de ébano, humos de los porros,
caipiriñas con hielo y arena sulfurada
solo fresca en la sombra o la regada
del senderito alimentado a chorros.
Ofertas de rojizos camarones,
Copacabana bajo el sol relumbra
Y en la rompiente tiemblan corazones.
El Pan de azúcar hierve y se columbra
en el lejano azul. Vagos horcones
sostienen el calor con la penumbra.
Amílcar Luis Blanco (Monasterio de San Benedicto, Iglesia Nossa Senhora de Montserrat en Rio de Janeiro)
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