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lunes, 2 de diciembre de 2024

SÓLO LA ESPERANZA

 






Sólo la esperanza revierte las sombras

Sólo la luz sutil de la esperanza

en la feroz tiniebla cuando el dolor  avanza

nos ofrece sus mágicas alfombras.

Y nuestros pies a su oro ya se atreven,

se atreven y la abrazan y las piernas se mueven

como si el infinito se abriera a nuestro paso

y las maldades fueran un transitorio ocaso

entre auroras y almas y silencios que llueven.

Sólo la luz de un Dios de la esperanza

derrama hilos de claridad, fulgores,

relámpagos, recuerdos de una antigua templanza,

de besos y caricias y de amores.

Y es entonces que hurgamos las lentas pesadillas

y poco a poco en celo de ser las angelamos

con ángeles venidos de distintas orillas

y  vestimos las alas y por fin nos alzamos

a la vida que muestra todas sus maravillas.


Amílcar Luis Blanco (Pintura de George Frederic Watts)

viernes, 18 de octubre de 2024

LOS QUE NIEGAN





 Los que niegan

se van a rebalsar de vacío

hasta vomitarlo.

Los que niegan

envueltos en la tela de araña

de su hipocresía

de puntos cada vez más cortos

morirán asfixiados.

Se los digo ahora

porque todavía están a tiempo

de decir las verdades

y calmar sus gargantas

y descomprimir sus cerebros.


Amílcar Luis Blanco ("Los hipócritas" pintura de James Enroe)

lunes, 2 de septiembre de 2024

LOS PEORES





Yo se que el día abierto recogerá sus prisas

y hasta traerá el saludo de sus muertos

y los claroscuros siempre inciertos

en las calles, los cielos, surtidos de cenizas.

Que habrá sueltas proclamas de palomas y risas

mientras rugen motores y parten de los puertos

riquezas custodiadas por sádicos expertos,

que coimean y evaden los impuestos y  visas.

Yo se que en mi país, hecho a tantas pobrezas,

y tantas  indigencias y rencores, a los trabajadores

les quitan alimentos de la boca en sus mesas,

con la antigua crueldad que usaban los señores.

Y que hoy los engatusan con plateadas promesas

Yo se, todos sabemos, que ellos son los peores.

que devoran y beben en ricas sobremesas

con las prisas de  ricos, voraces, bebedores.

Que son cerdos gozándose en sus propias torpezas.

Ellos son, todos saben, los habitantes del chiquero,

la oronda y lustre casta del equilibrio cero

en ingresos y gastos de un fisco prescindente

para que ellos esclavicen y exploten un presente

de mansos laburantes, flacos, necesitados

de vivir por lo menos hasta morir amortajados

por esa indiferencia, en cruentas soledades.

Ellos son los peores en todas las edades,

ambiciosos, traidores, imbéciles, taimados.



Amilcar Luis Blanco ("La famine", pintura al oleo sobre tela de Rene Magritte)


martes, 16 de julio de 2024

Ámate



Elige una bondad para quererte

para no despreciarte en los fracasos

y encaminarte con seguros pasos

hacia el sol acendrado de tu suerte.


Ámate hasta el arribo de tu muerte

Aun cuando te hieran los sablazos

y te tumben los duros cimbronazos

Álzate del dolor y hazte más fuerte


Elige tu virtud más consabida,

tu vocación, tu sueño, tu cuidado.

Porque el amor es base de la vida.


Desde el amor has sido proyectado

Y es el amor al fin el que te cuida

Sólo puedes amar si te has amado


Amílcar Luis Blanco (Pintura de Frederic William Burton)



martes, 4 de junio de 2024

LAS DUDAS




El corazón amargo de una tarde

te da la bienvenida.

Entonces dudo:

 ¿Aumentaré el color de tus canciones 

con un beso,

con un abrazo de abarcar los días

hacia tu cuerpo sin orillas

que se acuesta a mi lado

y goza y sufre y sueña

y trémulo recata sus temores?


O muy por el contrario

discutiré contigo

hasta gastar las horas

y aumentar de ese modo

los latidos  que baten por las noches

nuestros corazones solitarios

interrumpiendo,

también del mismo áspero modo,

el compás de los recuerdos

que amenazan el sol de la esperanza ?


Elijo lo primero

aunque la furia de tus ojos

quiera fundir el cielo.

Y tu voz se enronquezca

y tus palabras llaguen

como rojizas brasas

el aire transparente.

Elijo las canciones,

los besos, los abrazos,

elijo lo primero,

desesperadamente,

con los brazos abiertos

y la sangre latiéndome en los labios

para impartir el beso o recibirlo.


Amílcar Luis Blanco ("El abrazo", pintura de Egon Schiele)

viernes, 31 de mayo de 2024

EL HECHIZO

 





Yo sé que nadie romperá el hechizo.

La mágica ternura de quererte.

La ansiedad desmedida que al no verte

me expulsa del deseado paraíso.


Yo sé que estás distante. Y me deslizo

por el tortuoso azar que al no tenerte

en la porción aciaga que la suerte

podría habernos dado y nunca quiso


me dejó esta ternura al recordarte,

me dejó esta pasión desnuda y sola

Y el absurdo de amarte


en esta soledad que al fin me inmola

 y cuando va por vos, al evocarte, 

se quiebra como el agua de la ola.


Amílcar Luis Blanco  (Pintura de Gustav Klimt)

viernes, 3 de mayo de 2024

Año de nacimiento.(Memorias)

 



Nací en el año de la melancolía;

1947.

El jazz era lento entonces

Y aquí, en Buenos Aires,

alardeaban

las orquestas típicas tangueadoras,

del Marabú, el Tibidabo, el Tabarís,

Troilo y el viento de su bandoneón,

Di Sarli y sus pianazos gravísimos

el discretísimo y puntual Pugliese

y el folletinesco copetinero de danzarines,

quiero decir D`arienzo…

Piazzolla comenzaba a volar

desde el sótano de sí mismo

 

Entonces la candente guerra se enfriaba

Después de Hiroshima y Nagasaki

La culpa todavía ardía y humeaba.

Estaba en carne viva

Y los que nada decidían estaban melancólicos

porque los rodeaba o la presentían

como la fémina más pretenciosa

a la que le deberían pleitesía sin fin

Entonces la música bajaba suave desde el Norte

Donde los mancos de cuerpo y alma eran unánimes.

 

Nací entonces como muchos otros,

parido por la culpa y por el miedo,

hijo de un desencuentro,

como fue el de mis padres.

La hipocresía presidía reuniones consulares,

encuentros periodísticos

y las verdades circulaban,

envejecidas y sin fuerzas,

en conversaciones de locos.

Pero las radios se desgañitaban

Hablaban para todos, es decir para nadie.

El estallido había silenciado hasta los gritos.

 

Nací entonces el año siguiente a la esterilización

A la Waste land de Eliot

Cuando hasta las sombras huían de los cuerpos

 

 

para ingresar a las tiendas de modas

o se recluían y repatingaban para leer

complacidas a los literatos épicos o románticos

que las ayudaban a olvidar su tenebrosa condición:

la de estar muertos y seguir conduciendo automóviles

o yendo al cine las tardes de los sábados,

vistiéndose a la moda y sonrientes,

como estrellas de una película de Hollywood.

 

Amílcar Luis Blanco


Allí donde nos encontrábamos nos desencontrábamos …

 



 

 

Allí en la pólvora sedienta de sus pasos

era donde mi suerte se derrumbaba cayendo al precipicio

allí donde la tuve mucho de no tenerla

y traté de exprimirle los siglos que la demudaban

En esa aurora sonrosada de sus sentimientos

ella cayó porque me esperaba

sin advertir mi corazón y las concéntricas corolas

que lo desangelaron capa a capa hasta dejarlo en agua de cebolla

Mientras ponía mi dedo en su llaga

y había una devoción de heridas flameando como banderas

indiferenciándose a lo largo del ruido de los trenes

cuando desaparecen en pos de itinerarios hacia la lejanía

y hay un tumulto terco golpeando la distancia

 

En multitud de cejas indefensas las noches caían como aceros

como tajos y atroces despertares y filos de hielo

y canoas de besos partidos y cuerpos convertidos en sombras sólidas

eran noches sin sueños ni descanso vejándonos a gritos

golpeándonos a palos de soledades y silencios

a penas contagiosas y a jugar sin resuellos a ser ciegos

a ser sordos y mudos guardándonos los gritos y las quejas

adentro de la carne y el dolor de la carne por no morir del todo

allí nos fuimos todos hasta ser devorados.

allí la muerte vino a saludarnos

hasta olvidarnos por completo

sin animarse a sacudirnos el polvo de la desgracia.

 

Amílcar Luis Blanco

lunes, 22 de abril de 2024

Recomendaciones

 


 




Bancarte la honradez de la ternura.

Aceptar los silencios

Como una luz evanescente y pura

Y lo que se dice y no se dice

Y hasta la lucidez de la locura.

Aceptar que la vida es un cortejo

De falsas ilusiones

Y también lo que somos y no somos

Y lo nuevo y lo viejo

Y los menudos dones

Y los pálidos días y sus cromos

Y los destinos truncos de los muertos

De las gentes que antaño nos amaron

De los aciertos y los desaciertos

De los que se burlaron

Y ya no tienen lágrimas ni risas

Ni demoras ni prisas

Ni sienten el latir de los relojes

Bancarte cuando llueve que te mojes

Y sustraerte al fuego de los soles

Y a la ciega pasión y sus bemoles

Y comprender que no hay mayor cuantía

Que la del ahora de este día

 

Amilcar Luis Blanco

jueves, 28 de marzo de 2024

LOS LIBROS


 


Si tú, mi semejante, no puedes ser el libro

Y yo, tu semejante, tampoco tu lectura,

Los dos equivocamos la huella en la llanura

de esta vida que apenas en mi pecho equilibro.

De esta vida que a penas tú también equilibras

Y late en el costado de hondura de tu instinto.

Que huele a mar remoto dentro de un laberinto,

a una sal libertaria que se abre donde vibras.

Sal de sangre que gasta cadenas y condenas

Con humedades que arden más alto que el acero

y llamas de ansiedades que funden las arenas

hacia un cristal del alma, de claridad venero.

Porque la vida tiene el color de los ojos

que se abren, la esperanza de la sangre que late.

Y es un tambor su paso que avanza cuando bate

golpeando la tiniebla con relámpagos rojos.

Porque la vida toma de la sangre su gesto.

Dirige su milagro de luz a las retinas.

Toma tus ademanes, tu ceño y las espinas

de un rosal en el centro de tu tristeza puesto.

Porque su ser exige que el amor la penetre

Y el color conmovido de su temperatura

deshaga estolideces en tanta criatura

y homicidios de soles contra todas perpetre.

 

Abre entonces hermano tu sol entre mis frases.

Echa tu luz de sangre sobre mí con ternura.

Enciéndete y atento acapara la altura

Y transparentemente mezclemos nuestros haces.

Mirémonos adentro sin recelo ni envidia.

Tejámonos las vidas uniendo nuestros hilos

en una sola tela tramada, en una lidia

de paz, en una justa de lúcidos estilos.

Leámonos los gestos, las penas, las memorias.

Amémonos. Es justo frente a toda la muerte.

Sin vergüenza enfrentemos el palio de la suerte.

Y sean nuestras vidas lo que son, sólo historias

que quedan como libros sobre los anaqueles

para que alguien se asome por ellas a sí mismo,

que, tras el horizonte de sombra, en los papeles,

las palabras nos guardan y celan nuestro abismo.

Las palabras contienen, muertas, lo que vivía.

Pero ellas resucitan al Cristo de la frente.

Al llamado del alma cual bíblica poesía.

Son el Lázaro eterno que anda verbalmente-

El milagro que alumbra lo mortal y se enciende

para la especie humana en el umbral eterno.

La antorcha que jalona la edad y la trasciende;

reflecta en el azogue de sombras del averno.

Por eso yo te leo la humanidad del gesto.

Pesco en estanques rostros. Tiendo todas mis redes

Y transparento el fondo de mí y hasta su resto

para que tu lo leas, lo extraigas, te lo quedes.

Si tu no eres, si yo, las páginas abiertas,

las letras siempre vivas que danzan la pavana,

seremos como sombras de un sueño siempre muertas.

Pronunciemos la sílaba verbal y sólo humana.

 

Amílcar Luis Blanco  

 

domingo, 17 de marzo de 2024

EL OTRO

 




Sólo soy un disfraz, una corteza,

a veces proyectado contra el fondo

de una pantalla hecha de tiempo. Un hondo

salón de cine sólo en mi cabeza.


Me miro en los recuerdos, en la aviesa

intrepidez de un episodio mondo

que trato de esconder y que no escondo

de tanta soledad que me atraviesa.


Exploro en mi memoria si me alejo

para ver de mi mismo lo que huía

más allá, al otro lado del espejo.


Descubrir que hay detrás de lo que había

de ese otro que no fue, pero quería

y que en mis sueños deja su reflejo.


Amílcar Luis Blanco ("El otro, el mismo", oleo sobre tela de Rodolfo Opazo)

MIEDO DE AMAR

 


Sólo colaboré con tu tristeza

y también con tu pena y con tu llanto,

pero ocurre que te he querido tanto

que mi amor sucumbió ante tu belleza.


No te creí, no tuve la grandeza

de olvidarme de mí. Sentí el espanto

de verme solo y de perder tu encanto

y entonces construí una fortaleza.


Alejarme, alejarte, resguardarme

de tu sol, tu glamour hecho de alma,

del dolor de perderte en falsa calma,


de olvidarte por no desconsolarme.

De vivir y fingir escarnecido

como si no te hubiera conocido.


Amílcar Luis Blanco ("Los amantes", oleo sobre tela de René Magritte)

sábado, 16 de marzo de 2024

LAS NINFAS










Ya no hay ninfas al borde de mi mano

para calmar la sed de mi lujuria,

tampoco hetairas de insondable furia

que me sorban y besen sin desgano.


Ni el sabor de una fruta de verano

que me deje su rastro de penuria

cada vez que en mi boca lata espuria

tu ausencia evocadora de lo arcano.


Tuve en mis manos la sensual lascivia.

Mi boca saboreó aguas de cielo

y se deshizo en la penumbra tibia


de los lúbricos cuerpos en su celo.

Enfrió mi fiebre la ternura anfibia

y la pasión se ahogó en el desconsuelo.


Amílcar Luis Blanco  ("Hylas y las ninfas", oleo sobre tela de John William Watherhouse)

 


lunes, 11 de marzo de 2024

AMOR PERDIDO II

 


 


Terrible soledad la del amor perdido.

La del deseo abierto como boca sedienta.

En el centro del cuerpo el sexo grita y cuenta

su inmenso desamparo, su latido.


Insatisfecho el cuerpo en su deseo herido

y en su vida sin nadie, desatenta

con la sola pasión que lo atormenta,

arbol por la borrasca sacudido.


Sentir que cada día es otra muerte

Un descenso fatal, la despedida.

La de extrañar doliéndonos la herida.


La de vivir la vacilante suerte.

La de sufrir lo móvil y lo inerte

y así sentir como se va la vida.


Amílcar Luis Blanco

QUERIDO AMOR






Amor, querido amor, amor perdido.

Me estoy envenenando con tu ausencia.

Vuelvo a tu ser con álgida frecuencia,

amor, querido amor, escarnecido.


Amor, querido amor, dolor querido,

adoraba escucharte y tu apariencia,

tus sonrisas sin nadie, tu carencia,

había tejido en mi pasión su nido.


No volverás, lo sé. Mi desconcierto

será en lo más recóndito buscarte

sabiendo lo imposible de encontrarte.


Serás la ausencia, el horizonte abierto

de quien vaga sin fe por el desierto.

Serás lo mudo, la belleza, el arte.


Amílcar Luis Blanco 

La vida

 



La vida,

Un transcurso de ida,

Solamente de ida y no de vuelta.

Que en la memoria suelta 

Una amarga y  constante despedida 

de soledad mordaz e interrumpida.

Todos metidos en el mismo viaje.

Todos vestidos con el mismo traje.

En un buque, en un jet, en un tren,

parecemos distintos, todos bien.

Sin embargo en el hoy y el será

la vida se nos va

y es una herida

a punta de cuchillo de la edad.

No volverás a ver aquélla esquina

donde besaste a tu primera novia

Ni vestirás la misma ropa fina

Y esa rutina obvia

que te tuvo ocupado cada día

para ganarte el pan o la alegría

ya no estará,

ya no vendrá.

Cómo se va la vida 

Adiós, adiós.

Nosotros somos la fugaz huida.

yo, vos.


Amilcar Luis Blanco

 

viernes, 9 de febrero de 2024

SONIDO DE CIUDAD

 










 






Estallan las palabras y las voces

en la eufonía de los gorjeos

en  crujidos de  grúas y de flejes,

y quejidos  elásticos y atroces,

círculos y devaneos,

largos ejes,

ronronean conspicuos los  motores

entre los contoneos de las flores.

 

La ciudad se articula en las sirenas,

en los duendes del aire, la bocinas,

los silbidos del viento

y un crepitar de hornallas como penas,

marimbas y sordinas

y una parra desnuda su sarmiento,

trémulo entre tambores  cornetas y violines,

desembala trompetas y nardos y jazmines.

 

Un clamor se desbanda;  fútbol en los estadios

y frenadas chirriantes y campanas,

en el freír abierto de las radios

fuga de las ventanas.

El sonar bandeirante de las gaitas

Los aullidos, las sierras, los ladridos,

desparraman sentidos

de haber vivido duelos entre taitas

Somnolientos o raudos bandoneones,

lentos, cautos, alivian las tensiones.

 

Y la trepidación de las turbinas

de los jets, sobre escándalos y ruinas

de un rock violento y un golpear de mambos.

Un vaivén mece cumbias y  boleros,

y las sinuosas curvas de los tangos,

en ligeras milongas y  entreveros.

Estruendo en la ciudad y las baldosas

en asfaltos, balcones, entre gentes y cosas;

residuos de los tiempos desiguales

y sombras de otras sombras siempre menesterosas.

 

Amilcar Luis Blanco