¡Qué universal tu boca amparadora
de sombras quebrantadas y de auroras,
empalagada por las dulces horas,
empalagada y empalagadora!
¡Cuántos filos de alas a tus dientes
pusieron su mordaza labio a labio
y cuántas, amadora, partió tazas
con otras secas llagas, dulcemente!
Hoy me llegan sus besos transportados en alas,
con deseos, temblores y secretos.
Los recibo en el viento y te espero en las ralas
regiones de las sangres y los retos,
donde la piel se eriza de relentes,
alientos y sudores y lágrimas vivientes
que nos tienen activos y sujetos
a la honda ternura turgente de los lechos,
cogidos en sus sombras como humanas serpientes.
¿Hecha un agua surgente de piedras y de llanos
acaso la lujuria nos mojará las manos,
parirán una estrella lúbrica nuestros cuerpos
y fundirán un puente de luz a nuestras ganas
de quedarnos el uno con el otro en su centro
en un alrededor de auroras y campanas
o serán solamente latidos, pisadas de gentíos,
relojes, caravanas, huecos y desvaríos?
Amilcar Luis Blanco (Oleo de Kim Sung Jin)
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