Los libre pensadores,
los que en Méjico sienten miedo
y piensan en la diosa del frío Mictecacihuatl.
Los que ahora piensan,
en los setenta mil muertos
y treinta mil desaparecidos,
y saben que pueden ser muertos
o desaparecidos deploran los mitos,
las festividades de Mictecacihuatl.
Los que nunca piensan,
para escapar del miedo y de la muerte,
ponen altares en cada casa
y en conversaciones y saraos hechos de rezos
juegan con la diosa
Mictecacihuatl.
Los que se desloman pensando
cómo acabar con tanto miedo y tanta muerte
incluyen o cuentan con la tradición
de Mictecacihuatl y la deploran.
Los que mueren pensando
que nada han hecho y nada podrán hacer,
y piensan que olvidarán
a los muertos y los desaparecidos
siempre contarán
con Mictecacihuatl.
Los que olvidan qué piensan
y sólo sienten miedo y sólo mueren,
los que piensan que piensan
y en realidad no piensan
y sólo están imaginando
miran mudos la imagen de la diosa Mictecacihuatl..
A ellos les llegará el momento,
cuando las almas de los muertos
adquieran su abracadabra hacia el mundo de los vivos,
de dejar de pensar en lo que piensan
y nosotros, los muertos, pensaremos en ellos
cuando ellos piensen en nosotros
y Mictecacihuatl haya muerto verdaderamente
y en su rito, en su nicho, de rosa, viaje al reino de Mictlán
y llegue al cielo de Tlalocan
definitivamente.
Amilcar Luis Blanco
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