El corazón me late con desmayados cantos
que son como convoyes sobre rieles, en mis sienes,
resonando en mi pecho de oquedad sin sostenes,
versos y pensamientos de demonios y santos,
Y al corazón lo abruman trepidantes andenes,
lo invitan a esperanzas, miedos, muertes y llantos;
lo empujan a sentirse exento y sin encantos,
expatriado del mundo, subido a raudos trenes.
Vivir es arduo viaje, lo se ¿Lo saben cuántos?
Porque a diario me enredo en pérfidos retenes
de gentes que acumulan avaras en sus mantos
pocas riquezas de alma en ostentosos bienes
y sus vidas se escapan en furtivos quebrantos.
Pero el latido avanza en cantos y en vaivenes.
Amilcar Luis Blanco
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