Violando la siesta amarilla,
cruje la cigarra bajo la gramilla.
Y su canto arde
alveolo del puro pulmón de la tarde.
El cóncavo cielo, atorbellinado,
respira rumores lejanos y voces,
lóbrego, inclinado.
Y el vibrátil grillo,
promueve destellos y ásperos roces,
cual cifran los soles en un cauto brillo,
sus fuegos y hervores
y cierra el poniente con fuerza de anillo.
Amílcar Luis Blanco
Amílcar, ese campo de Van Gogh prende y arde en tus letras.Los elementos se personalizan,toman consciencia del calor y el sentimiento y se confabulan en una danza ancestral,que se acerca a la locura,desequilibrando al divino pintor,que se pierde entre el amarillo paisaje.
ResponderBorrarMi felicitación y mi abrazo por tu inspiración y buen hacer.
M.Jesús
¡Es bellísimo, Amílcar querido!Un poema que irradia el verano en cada uno de sus versos y ese cuadro de Van Gogh le va como anillo a ese "dedo" del poniente. Mi más sincera enhorabuena, Maestro.
ResponderBorrarMañana este poema estará en M y P para que lo gocen otros lectores también.
Un besito y vuelvo a mis tareas, que voy y vuelvo constantemente, mi niño.