A veces la memoria nos traiciona.
De pronto aquélla sed, dada por satisfecha,
resucita su sal y no abandona
el deseo de un agua contrahecha
¿Por qué será? ¿Por qué no olvidaremos
lo que nos hizo mal?
Aunque sin duda ya nunca podremos
beber de esa ilusión fiel y fatal,
juzgada claridad y transparencia.
Si hoy sabemos
a través de la luz de la experiencia
que aquélla tan espléndida apariencia
ocultaba un inmundo lodazal.
Amílcar Luis Blanco
Hermosísimo poema, Maestro, aunque he de reconocer que ya lo había leído y aún no sé dónde...jijiji.
ResponderBorrarMuchos besos y que esa memoria nunca nos juegue la mala pasada de recordarnos cosas tristes.