La rosa es una flor de labios tibios
en la umbrosa frescura que separa tus senos
Y tus senos colinas alzadas
hacia las cimas romas que el ardor de tu sangre
le impone al nacar frío de tu carne.
A esos escozores que el silencio derrama
sobre la languidez donde se extiende
la orfandad del deseo
suelo viajar, amor, cuando te evoco
y recuerdo las comisuras sombras que comienzan
el dibujo de fuego de tu boca
cada vez que me miras con los ojos perdidos
desde lo abandonado de tu cuerpo
latiendo en la penumbra del espejo.
Amílcar Luis Blanco
Bellísimo, Amílcar, muy sensual, pero también muy romántico. Un poema que es toda una ofrenda a la mujer amada y deseada y una promesa de fuego. La fotografía le va a las mil maravillas, aunque sea más erótica de lo normal para tu blog, pero en conjunto ha quedado precioso todo.
ResponderBorrarEl poema me parece sublime, Maestro, mil gracias por deleitarnos con tu arte, querido amigo. ¡Y mil besos!
Amilcar, Mayte tiene razón al denominarte maestro, lo que acabo de leer es sublime, con el punto erótico preciso. Felicitaciones por tu trabajo, ahora todo me sabe a rosas.
ResponderBorrarUn abrazo.
¡Gracias, querida Mayte, gracias por llamarme Maestro, calificativo que no creo merecer pero halaga de todos modos! Es verdad que quizás la fotografía que tomé de una colección y entre las demás era la menos, resulte de un erotismo un poco explícito, pero me inspiró el poema, por eso la puse. ¡Mil y muchos mas besos para tí, hermosa!
ResponderBorrar¡Gracias a vos también, Taty! Me alegro de haber contribuido a que todo te sepa hoy a rosas. Un abrazo para vos.
ResponderBorrarAmigo Amilcar, unas letras muy sensuales, haciendo juego con la bellísima fotografía.
ResponderBorrarUn beso.
Gracias, María. He pasado por tu blog y leído tus hermosos poemas y visto las bellísimas fotos con que los acompañaste. Un beso.
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