Alas rompen de ti al alzar tus brazos,
cuerpo de claridad contra la sombra,
luz de formas ebúrneas, suaves trazos,
mórbidos muslos, largos,blanca alfombra,
blanda a la frágil forma de tu grupa
¡Qué tibia desnudez en la penumbra!
el fulgor de tu espalda y de tu nuca!
La horizontal colina que relumbra
el airoso perfil de tu albo seno,
el ancho prorrumpir de tus caderas
el pimpollo de vulva prieto y pleno
del sexo tibio
y tus glúteos abiertos como peras
sobre colchón y sábanas y esperas
de un fuego urgente y a la vez anfibio.
Todo te canta y todo me conmueve
desde una foto en que tu imagen llueve
sobre mi soledad donde se moja
tanta ansiedad de verte y de tocarte;
un deseo que vierte cuando afloja
lo enhiesto de pujar para olvidarte
su lánguida tristeza; la lascivia estancada
que de tanto llevarte y contenerte,
ya marchita de duelo, encuentra espada
en cada filo de la absurda suerte
del negado destino
hasta el tener que alzarme tu figura
a la siniestra y cenital hondura
de un desértico espacio sin camino.
Amílcar Luis Blanco.
Qué hermoso poema, Amílcar querido, no sólo por la sensualidad que destila, como alcohol ligero y deleitable, sino también por la profundidad del sentimiento...
ResponderBorrarEs, en sí mismo, tan alegre como triste, pues provoca tristeza la ausencia del ser amado, ese desear tocarlo y no poder y ser su corporalidad, fantasma entre la niebla...
Comprendo el sentimiento que genera tan magistral poema, Amílcar, lo comprendo, Poeta.
Muchos besos, muchos.