
Esa señora duda, me parece,
duda su esplín, se aburre, está en el limbo,
en ese limbo donde todo pasa
mezclado a lo inefable,a lo infinito,
al borde de un abismo que cerca sus maneras
y rodea sus volúmenes con volutas de ilusión.
Esa señora en el portal del día
iluminada por la luz sonríe, está larvando
su propia irrealidad, su mariposa,
la que visitará párpados y pétalos de herrumbres
sin sospechar los tiempos del cansancio
aguardándola al cabo de trampas y silencios.
Esa señora muerde su nudillo de sombra
y en su ahora le pasa inadvertido
por qué en esa colección de soledades
que su espectro desliza en corredores,
paralelos a ella e invisibles,
la pintura de su alma está desnuda.
Y sus ojos se caen enceguecidos
de tanto ver sin ver el tiempo y el abismo
en la farsa o la fiesta cotidiana,
hundidos en la alegre taciturnia
de las poses ínfimas, analgésicas,
las opíparas suertes del confort aparente.
Amilcar Luis Blanco (Pintura de Luana Sacchetti)
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