He visto en otro mundo,
sentido en otro mundo
que se aleja
los muertos todavía visibles.
Ahora no los siento llegar de igual manera
solamente
se asoman y aun ingresan en mis sueños.
Yo los trago y los quiero como un sabor a yerba.
Ya no tienen sus cuerpos pero han dejado el alma;
esa inquietud ajena que recoge la especie
después de cada cruz, de cada adiós
en su milímetro de ausencia y hasta en menos.
Éranse una vez en otro mundo en otra historia,
pero en igual dolor, en la misma mentira
propagándose a ciegas, encendiéndose
como una hoguera mal apagada.
Amílcar Luis Blanco
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