El blanco rompe su claror, golpea,
choca contra la roca y es de nieve
su corazón de hielo, fuerte, breve,
apagará el calor con su marea
La ciudad se arrebuja y bastardea
en velas y penumbras la luz leve
Una grisácea perla se remueve
en el centro del cielo, bailotea
y lo puebla de sombras y conmueve
Nadie queda en las calles, sin que sea
presa de la negrura, nadie atreve
su paso contra un viento que voltea
arde, hiere, estremece y ciego mueve
aún la misma quietud que lo rodea.
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