Montado sobre la vida,
también sobre la noche.
Cuando era muy niño
jugaba a la avanzada del cariño
sin importarme que las cornisas llorasen silencios.
Cuando era niño montaba sobre los días de la vida,
sobre las noches de la vida,
en un galope lento, de cascabeleo,
y no me importaba que el culo de las sombras
cayese sobre los ángulos agudos de mi alegría.
Porque sobre todo era la risa,
sus encajes de lirios y azucenas
y también el suspenso de la horas
de las que me colgaba con mis ojos.
Estaba entonces apegado al suelo,
sentado en lo rampante y ceniciento
y mis pequeñas manos se metían
a desbrozar aristas de númenes sedientos.
Todo me provocaba y me latía
en los labios, la frente, los reflejos.
Una fuga frutal se desvivía
por darme los sentidos, los encuentros.
Un mundo que inclinaba su agonía
para mostrar sus triunfos a mi aliento.
Amílcar Luis Blanco (Fotos con mi nieta, Alma y mis hijos. Alma - 2 añitos y medio- es hija de Julian que vino de España a la Argentina hace 1 mes, en abril y ya regresó a Madrid)
Hola Amílcar, aquí está el mejor de tus tesoros, tu nieta, y claro tus hijos, esos que quisiéramos que no crecieran jamás, pero eso no sucede, y cuando nos descuidamos… ZASSSSSS, nos hacen abuelos, aun teniendo el corazón joven, así es la vida, disfruta de los tuyos todo lo que puedas, yo hago lo mismo. Un abrazo amigo.
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