Llueve sobre nosotros el origen,
en la ciudad incendiada
el agua en que vinimos.
Solíamos caminar fumando el cielo,
y pisar su esplendor sobre el asfalto,
lluvia de a dos entonces.
Félidos detenidos contemplando
el revés de los parques.
Nuestras respiraciones al unísono.
Lo umbrío siempre lejos
transformado en adiós por la garúa
y el gris iridiscente que estallaba.
Ya no estamos igual en el descenso
de este pluvial alud antes fraterno
ahora grave y fatal a nuestras almas.
El voluptuoso atardecer inventa
otras lluvias dispares y destinos
donde escampa la ausencia.
Amílcar Luis Blanco ("Lluvia, paisaje urbano, paraguas, personas" por Ernest Descals)
Ese paisaje lluvioso, lleno de ternura.......me quedo con:
ResponderBorrarEl voluptuoso atardecer inventa
otras lluvias dispares y destinos
donde escampa la ausencia.
Hola Amílcar, mucha distancia percibo yo entre vosotros, no sé si será de ausencia irreparable, o de ausencia escogida, esta última se puede arreglar si se quiere, la otra…
ResponderBorrarEspero que sea de la que pueda llevarte de nuevo a pasear junto a él, yo no quiero pensar que puedo perder a los míos, es terrible. Entrada llena de sentimiento. Un abrazo.
Hola Amílcar, me ha alegrado saber que el escrito dedicado a tu hermano va de lejanía de cuerpos, no de almas… es mejor así, ya que podía leerse equivocadamente. Gracias por tu aclaración en mi blog. Un abrazo.
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