Esto de ser los lentos animales
que atravesamos el exacto día
como el ojo certero de la aguja
que absorbe sin sorpresa
al dromedario bíblico
nos da un destino árido, de arenas.
Paciencia del vivir que nos resigna
y guarda cada noche en cada cama,
frugales y fungibles, sucesivos,
no obstante la consciencia transparente
de estar cayendo al hoyo de la nada,
al volumen vacío que volteará hacia arriba.
Y nos duelen las caras y los cuerpos
y nos duele la sombra y el espacio
que penetra en nosotros hecho tiempo y nos gasta
y nos va devanando, tornándonos espectros,
moliéndonos con peso de desgracias y apremios;
canículas y fríos que hacen de arena rocas.
Amílcar Luis Blanco ("Desocupados"-1934-Temple sobre arpillera- pintura de Antonio Berni)
Sí, eso de que antes pasaría un camello por el ojo de una aguja a que un rico entrase en el Paraíso...me da que no era muy cierto, como bien apuntas, mi querido Amílcar.
ResponderBorrarPoema profundo y certero sobre la futilidad de nuestras vidas.
Más besos, Poeta y gran amigo.
Me ha gustado tu poema sobre todo esa cadencia que nos propones un tanto borreguil de nuestra existencia. Un fuerte abrazo. Gracias a Dalianegra, me ha dado la oportunidad de conocer tus letras.
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