Hay que poner silencio en la mirada,
actitud de respeto ante la fronda;
el horizonte es objetivo abierto
y agranda la mañana.
Hay que tener el alma bien despierta,
y el corazón y el sueño sin espadas
para quedarse quieto y admirando
la belleza brutal y despejada.
En el hondo ciprés, en su madera,
la altura y el meneo dan maciza
constitución al tiempo se adelantan
a otro tiempo que viene con la brisa.
Es el tiempo del aire y el azul,
el remanso que a tramos nos regalan los ríos;
respiración de sauces y alamedas,
aromas verdes, mentas, eucaliptos.
Y me arroja sentado tanta paz a los ojos,
en sabia distracción enajenada,
que se van demoliendo las dudas, los antojos,
y el miedo se evapora sin ninguna coartada.
Amilcar Luis Blanco (Pintura de Nancy Depew)
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