En la noche recuerdo tu oscura tez, mis miedos,
esas tus manos dadas al trapo y a los días
que con roja pintura esmaltabas y uncías
a sus uñas rubíes que enjoyaban tus dedos.
Tu ceño discutía con pujantes denuedos
contra la usual tristeza, afanes y porfías,
iluminando a veces hasta las melodías,
las zambas y los tangos, los rezos y los credos.
Tu claridad embestía como toro en los ruedos,
luchaba contra nieblas y sombras y apatías,
edificaba puentes, desmadejaba enredos.
Claridad de azucenas cuando nos sonreías.
Faro desde tu frente, tus grandes ojos quedos;
callada luz de tu alma en las aguas sombrías.
Amilcar Luis Blanco (Oleo sobre tela de Antonio Berni)
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