La sierra agónica
sonaba a la distancia en la madera
como el jadeo de un perro.
Dicho sea esto para la ciudad sin horas
sólo hecha de sonidos.
Dicho sea esto para los cuerpos solitarios
entregados a sus gregarios quehaceres,
cuando las sirenas contrahoméricas,
las bocinas,
el raspar y los jadeos de los motores,
las gargantas pantagruélicas de las chimeneas
centellean
y entran
en las infinitas distancias de las imaginaciones que sueñan,
las voces que cantan,
las manos de las peluqueras,
los recuerdos de los ancianos
que desviven presentes que los excluyen a cada instante.
La sierra agónica lloraba,
gemía a la distancia,
rugiente como las gatas al fornicar
como los perros ladrando en los suburbios.-
AMILCAR BLANCO (Blog destinado preferentemente a la poesía propia) Los derechos de autor de lo publicado y a publicar en este blog están reservados y protegidos por la Dirección Nacional del derecho del autor-dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la República Argentina- Expediente N° 933882
Se pueden oír esos sonidos de árboles talados, de motosierras en lontananza, que tu poema describe. Toda una mezcla sonora que cohabita en una ciudad enclavada en un valle cualquiera...Describes como nadie, poeta...
ResponderBorrarOjalá mis descripciones pudieran liarse con ese saber mitológico y plástico que es el material de las tuyas. Sabés que soy un admirador de tu poesía y ayer y hoy estuve recorriendo poemas tuyos de antes que nos conociéramos y dejé mis comentarios. Para mi ejercés con gran maestría y autenticidad tu poesía, por eso que me elogies es lo máximo.
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