Tus besos y caricias, en amoroso oleaje,
encienden en mi cuerpo una mortal lujuria,
y en mi pecho y mi cuello un latido salvaje,
genital se propaga, alza fálica injuria.
Rendida y entregada, en su lábil encaje,
las valvas de tu carne, como una boca espuria,
se anillan a mi sexo y en elástico traje,
lo ciñen y lo aceitan y empalagan su furia.
Y mi lengua, mis labios, en voluptuoso viaje
visitan tus rincones y la vibrante anuria
dique de convulsiones del gozoso homenaje,
doliente como el crimen que augurara Calpurnia,
quiebra al fin en espasmos y orina su penuria
como un geiser el agua tibia de su drenaje.
¡¡¡Huyyy, esto es una obra maestra de la poesía erótica, mi querido Amilcar!!!! Qué despliegue de cultismos habita tu soneto, y qué maravilla imaginar todo aquello que describes de una forma tan elegante como hermosa. Incluso ese colofón, como una vuelta a la realidad, exenta ya de la magia que capturaban los versos precedentes, da fe de tu habilidad sin par como poeta.
ResponderBorrar¡Me abrumas, maestro! Tengo tanto y tanto que aprender de ti...
Te dejo un beso enorme, aunque te sigo leyendo y te doy mil gracias por tus bellísimos comentarios, a los cuales aún no he podido dar respuesta en mi blog por falta de tiempo, en seguida iré a ello. Gracias por todos tus detalles, Amilcar querido.
Gracias, una vez más, a vos querida amiga Mayte. Este soneto lo escribí bastante inspirado en tu último poema que, además de ser bellísimo y tan auténtico y visceral, tiene también - y volvemos al tema - un despliegue exquisito de culteranismo y ha quedado como bailando en mi imaginación. Me encanta que haya alguien como vos tan dedicada a la poesía que tiene esa valentía, esa audacia de abordar los temas eróticos que han sido siempre tabúes y que lo haga con tanta pertinencia y maestría como vos. Como ves soy yo el que aprendo, y muchísimo, de vos. Esto hace también que hayas pasado a ser una importante referente literaria y humana para mí. También yo te dejo un beso enorme y agradezco de nuevo tu estimulante comentario.
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