Meterme en vos como un don Juan porteño
por calles de almacenes empedradas,
por esquinas, buzones y paradas,
con alma libre y relajado ceño.
Meterme en vos desnudo y halagüeño,
dispuesto a complacerte; en tus miradas,
en tus pies y tus partes mas sagradas
como si fuera tu adorado dueño.
Apretarme hacia vos, hacer pequeño
pero enorme el lugar de nuestro empeño
para llegar a todas las llegadas.
Encontrarte sutil en mis pisadas,
respirarte, sentir siempre logradas
las ilusiones, lo que trae el sueño.
Hermoso sueño ése, Amílcar querido, entrar en la persona amada, en su cuerpo y en su alma, entrar y quedarse para siempre, varado en la lenidad de su aliento...
ResponderBorrarOjalá se cumpla tu sueño, mi niño, el que expresas con maestría en ese hermoso soneto y tantos otros, paridos por tu mente de apasionado poeta porteño.
Un gran beso.
Aunque te parezca mentira, Mayte, hasta ahora, en toda mi vida, ese ingreso al alma de la mujer amada, a su cuerpo, con cuerpo y alma, no se ha dado. Aunque la invocación sea metafórica y figurada nuestra intuición vislumbra esa comunión, ese comulgar, como posible. Eso me está ocurriendo contigo, aunque no lo creas. A veces me siento muy comunicado con vos, muy dentro de tus (lo que te puse en el poema: habitaciones, salones, balcones, cuadros, y que hicieron mucha rima cacofónica que molestó a uno de tus admiradores, celoso él) intuiciones. Como dijiste hace un momento, serán poderes telepáticos, ji,ji o ju, ju. Lluevo en besos sobre tu alma.-
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