No abandones señora mis palmas que te cogen
en toda la intemperie que tu cuerpo suscita,
ni el abrazo que absorbe tu soledad infinita
donde el miedo se arruga y sus nieblas encogen.
Porque estás en mi abrazo como recién nacida,
hecha magma, hecha lodo y en la herrumbrada especie
que nos toca habitar no hay nada que se precie
tanto como el amor curándonos la herida.
Amor, si eres sollozo no seas embestida
abandónate al pecho oferente, a la vida,
porque el candor alumbra, instila su sentido
como en la flor la luz mantiene su estallido.
Abrígate señora y entrégate y enciende
mi calor pues tu ausencia lo apaga y lo sorprende.
Amilcar Luis Blanco ("El abrazo" oleo sobre tela de Adriana Mendoza)
Precioso poema sobre una hermosa pintura. El abrazo reconforta, acompaña, consuela. Es maravilloso.
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