
Cúbica, Fiorentina, algo tangueada,
como preñada de un bandoneón,
con esos ojos de dolor oscuro
y esos labios pintados de canción.
Con esos ojos de dolor curioso
y luz en toda el alma de su boca
y bajo el cuello cajas que se encajan
y encubren caminatas, bulevares de sueños.
Fiorentina enchastrada por el verde fulgor,
vientre y torso de fúlgidas violetas
y manos ramas envalentonadas,
curvadas hacia lánguidas intenciones.
Toscana embarazada de si misma,
viajando a su mismísimo interior,
tratando de evadirse de los trazos,
de escaparse a los gritos por sus ojos
del fomento aguachento del color.
Amilcar Luis Blanco ("Fiorentina" pintura de Germán del Solar Becker)
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